Julio 05. 2012.
Nada sé de los tiempos prehistóricos
anteriores a Shennung, pero desde las dinastías Yu y Shia (después del siglo
XXIII antes de Cristo), durante el periodo considerado por los testimonios
históricos, la naturaleza humana siempre ha luchado por buena comida, vestido,
placeres y comodidad física, con la tendencia a enorgullecerse de la riqueza y
la ostentación. Por más que los filósofos enseñen otra cosa, la gente no cambia.
Por tanto, los mejores hombres dejan las cosas tal como están y luego vienen,
sucesivamente, los que tratan de
orientarlas, los que moralizan con respecto a ellas, los que tratan de
ajustarse a ellas como pueden y, por último, los que se meten en la rebatiña.
En pocas palabras, Shansi produce madera, granos, lino, pieles de buey y jade.
Shantung produce pescado, sal, laca, seda e instrumentos musicales. Kiangnam
(al sur del Yangtsé) produce cedro, jengibre, canela, minerales de oro, estaño,
cinabrio. Lungnem produce piedras para tabillas. El Norte produce caballos,
ovejas, vacunos, pieles y cuernos. En cuanto al cobre y al hierro, se hallan en
muchos montes, por todas partes, como peones en un tablero de ajedrez. Esto es
lo que más gusta a los chinos y les procura medios para la vida y ceremonias
para los muertos. Los labradores lo producen, los mayoristas lo traen del
campo, los artesanos lo trabajan y los mercaderes lo venden. Todo esto ocurre
sin intervención del gobierno o de los filósofos. Cada cual hace lo que puede y
utiliza su esfuerzo para conseguir lo que quiere. Consiguientemente, los
precios tienden a igualarse, pues los bienes baratos van adonde están caros y
provocan el abaratamiento. Las personas siguen sus respectivas profesiones y lo
hacen por propia iniciativa. Es como agua que corre y busca el nivel inferior
día y noche, sin pausa. La gente produce las cosas sin que nadie se lo pida y
estas cosas son transportadas adonde hacen falta. ¿No es verdad que estas cosas
ocurren naturalmente, de acuerdo con sus propios principios? El libro de Chou
dice: “Sin los labradores, los alimentos
no serán producidos; sin los artesanos no se desarrollará la industria; sin los
mercaderes desaparecerán los bienes valiosos y sin los mayoristas no habrá
capital y no podrán ser utilizados los productos naturales de lagos y montes”.
Nuestro alimento y vestido vienen de esas cuatro clases y la riqueza y la
pobreza varían según el tamaño de estas fuentes. En una escala grande se
beneficia un país; en una escala pequeña se beneficia una familia. Tales son
las ineludibles leyes de la riqueza y la pobreza. Los listos tienen lo
suficiente y ahorran, mientras que los estúpidos no tienen lo suficiente. Por
tanto, los graneros deben estar llenos antes de que la gente hable de cultura.
La gente debe comer lo suficiente y vestirse bien antes de que pueda hablar de
honor. Debería avergonzarse el hombre que, sin ser un ermitaño religioso, anda
siempre pobre, desaliñado y sin hacer nada de provecho, mientras entona
cantinelas sobre trivialidades morales.
Szema Chien
Szema Chien fue un pensador chino que vivió durante el siglo
inmediato anterior a Cristo. Chien ha sido considerado el más grande
historiador de China. De entre su obra destaca el capítulo sobre Riqueza y Comercio, al cual pertenecen
estas líneas.
Fuente: “La importancia de comprender”, de Lin Yutang,
Editorial Sudamericana, quinta edición, 1980, capítulo XXXVIII, “De la riqueza
y el comercio”, págs.. 189-192.
Ricardo Perera Merino