Julio 29, 2011.
El doctor Husan Jaiek, del Politécnico de Haifa, Israel, desarrolló un sensor que es capaz de detectar, analizando "olores", células cancerosas. El sensor en cuestión, informan, tiene el tamaño de la cabeza de un alfiler. El sensor se instala en un aparato que podría compararse con un teléfono celular. La persona que es estudiada inspira y espira en la proximidad de este dispositivo. En 30 segundos se obtiene una respuesta. Por ejemplo (los ejemplos son míos): “Hay células malignas en la próstata” o “Hay células malignas en el cuello uterino” o “No hay células malignas”. También podría ser: “Hay células malignas en el estómago, páncreas, hígado y cadena ganglionar paravertebral”. Otra posibilidad podría ser que detectara células malignas sin poder precisar en qué órgano del cuerpo se encuentran.
En dos años, dice de manera idéntica toda la información que he podido consultar, el sensor podría ser utilizado. Ya se está patentando el dispositivo. “El proyecto, que ya fue probado con éxito en personas, está siendo patentado y cuenta con la ayuda de 1,7 millones de euros del Fondo de Investigaciones de la Unión Europea (UE)”.
Ahora bien, todas las noticias y comentarios disponibles al respecto datan de septiembre y octubre del año 2007. Han pasado ya cuatro años. ¿Qué ha pasado con el proyecto? ¿Ya fueron realizadas las pruebas anunciadas en 2007? ¿Cuáles fueron los resultados? No hay información reciente entrando a la página del Politécnico de Haifa. Tampoco buscando Husan Jaiek en la red.
La posibilidad de que el proyecto de Husan Jaiek tenga un efecto final de éxito, abre muchas puertas para el diagnóstico oportuno de cánceres incipientes y, por lo mismo, para su tratamiento. Se trataría del procedimiento diagnóstico ideal para detectar tumores malignos. Parece un sueño que puede ser realidad. Sería como cerrar los ojos y ver en la parte interior de nuestro párpado superior un lema que diga: “Tienes cáncer en el seno derecho”, o, “Tú no tienes células cancerosas”.
No existen investigaciones perfectas, tampoco procedimientos perfectos. Siempre hay márgenes, razonables, de error. El procedimiento de Husan Jaiek es, en sí, completamente inocuo, sin embargo, el gran “pero” sería: no en que pasara por alto la presencia de células cancerosas en quien sí las tiene, sino en dar una falsa positiva, es decir, en informar que las hay en quien no las tiene. ¿Por qué? Porque a una persona que se le diga esto le cambia por completo la vida.
La utilidad del método estriba en la detección oportuna del cáncer, pero para ser así debe ser un procedimiento de rutina. No en casos específicos, sino en toda la población que, digamos, sea mayor de 30 años. Es obvio que someterse o no al procedimiento sería una decisión voluntaria, pero es muy probable que millones de personas, en todo el mundo, aceptaría hacerlo.
Felicito a Husan Jaiek y a su grupo y deseo que su método se vea coronado por el éxito. La medicina es un ejemplo maravilloso de constante evolución. En su ayuda han venido, especialmente durante el último cuarto de siglo, la química, la física y la ingeniería genética. No se deben frenar avances que, a la larga, como lo demuestra la historia, revolucionan conceptos caducos y se traducen en beneficio para la humanidad.
Existe la posibilidad, por supuesto, de que el ambicioso proyecto de Husan Jaiek no cumpla con las expectativas. Todo quedaría en un sueño que no se hizo realidad. El tiempo lo dirá.
Dr. Ricardo Perera Merino