domingo, 11 de diciembre de 2011

RESPUESTA A UN JOVEN MÉDICO QUE ME DESCALIFICA.



Diciembre 11, 2011.

Hace un par de días recibí un E-mail. Me lo envió un médico que tiene, me dice, 32 años. Las personas que me hacen el honor de leer mis blogs o mis libros saben que tengo 75 años, de modo que este joven médico que me escribió es, para mí, una persona muy joven y yo, para él, una persona vieja. Su escrito es muy crítico, lo cual agradezco, y es respetuoso, por eso le respondí de inmediato. Su redacción es magnífica y escribe sin falta alguna de ortografía, lo cual es muy raro en nuestros días.
         Inicia su escrito informándome que trabaja desde hace cuatro años en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) como especialista en medicina familiar, en una clínica de primer nivel, en el estado de Durango.  Leyó la quinta edición de mi libro: “CERO menos UNO. El caos de la consulta en el Seguro Social” y defiende con entusiasmo el Sistema Médico Familiar, “el cual ataca usted de manera inmisericorde”. También, me dice, lee mis blogs. En cuanto a éstos, se refiere únicamente a las cuatro partes en que dividí mi post: “La Burocracia Médica”.
         La correspondencia entre este joven médico y yo es asunto nuestro. Ambos esperamos mantener el contacto. La razón por la cual escribo este post surge de la duda que dejó en mí el párrafo con el que termina su escrito. Lo transcribo:
        
“Usted habla con mucha suficiencia de la medicina pública y de  la medicina institucional y parece que conociera todo, a fondo, acerca del tema que llama: “burocracia médica”. Ser médico y tener la edad que tiene no lo califica para dogmatizar al respecto. Las personas mayores tienen experiencia y pueden, o no, tener sabiduría, pero también pueden perpetuarse en ellas, e influir en sus opiniones,  las malas experiencias. Es posible, como decimos, que a usted le haya ido mal en la feria. Yo, con el debido respeto, lo descalifico”.
        
Mi respuesta al E-mail de este joven médico versó casi exclusivamente acerca del Sistema Médico Familiar, rector obstructivo y obsoleto, desde hace 65 años, de la consulta externa en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Sobre la descalificación con que termina su escrito no hice alusión alguna, pero me puso a pensar. En mí, gracias a él, surgió la pregunta obligada: “¿Estoy calificado para hablar con “suficiencia” (capacidad, conocimiento de causa) acerca de las medicinas institucional y pública? Pienso que sí, pero…tal vez no.
Los hechos son éstos:
        
Fui médico burócrata durante 38 años. Los primeros 15, de esos 38 años, trabajé simultáneamente (en diferentes turnos) tanto en la medicina Institucional (IMSS), como en la medicina pública (Hospitales de Urgencia del Departamento del Distrito Federal).
         En la medicina institucional (los primeros 15 años) fui, en este orden, médico familiar, director de una clínica de consulta externa y médico de urgencias. Durante los tres años que fui director de clínica, de una clínica ubicada en la zona poniente del valle de México, dirigí la actividad de 30 médicos familiares, de cuatro médicos de urgencias y de 6 especialistas. Lidié con sindicatos poderosos y beligerantes. Cito los sindicatos de Altos Hornos de México, Monsanto, Good Year Oxo, Guanos y Fertilizantes de México, Ford Motor Company y Bacardí, entre otros. También, por supuesto, con el Sindicato Nacional de Trabajadores del IMSS. Durante ese tiempo, cuando me desempeñaba en un puesto de confianza, dije a mi jefe, un defensor a ultranza del Sistema Médico Familiar, que yo consideraba dicho Sistema como un obstáculo irreversible para el buen funcionamiento de la atención primaria. Cuando se presentó la ocasión expuse al Director General del IMSS, ante mi jefe (que por cierto no me había autorizado para hacerlo) y ante 39 directores de clínicas y clínicas hospital, mis puntos de vista al respecto. Nunca critiqué el sistema en lo bajito. Lo hice públicamente. Cuando ya trabajaba como médico de urgencias, turno nocturno, en una clínica al sur de la Ciudad de México, salió a la luz la primera edición de CERO menos UNO y escribí un artículo sobre la burocracia imperante, que fue publicado en un diario de cobertura nacional.
         En la medicina pública (todos los 38 años), fui, primero, director durante un sexenio de uno de los cuatro hospitales de Urgencias de los Servicios Médicos del Departamento del Distrito Federal (Hospital de Urgencias Balbuena) y los otro 33 años me desempeñé como cirujano vascular del hospital de Urgencias Xoco. Dos años en el turno matutino y 31 años en el turno nocturno.
         Así las cosas, puedo decir que durante 38 años fui jefe y compañero de médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, técnicos de laboratorio y gabinete, personal de intendencia, choferes de ambulancia, camilleros, secretarias y personal administrativo. Tuve el placer, y también el disgusto, de compartir arduas sesiones de trabajo con altos jefes y con mis pares. Durante 38 años luché contra Comités y Comisiones, normas inútiles, papeleo, memorándums, “logros” sindicales, carencia inaceptable de recursos, jefes ignorantes o apáticos, compañeros médicos indolentes, faltistas o simplemente inútiles. También, ¡que grato es saberlo y decirlo!, conocí y conviví con directivos capaces, con cirujanos notables, con intensivistas, anestesiólogos y diversos especialistas de primerísimo orden y con personal paramédico responsable y eficiente. Conozco a fondo la normatividad general que priva en las medicinas institucional y pública de mi país y me mantengo actualizado al respecto.
        
Treinta y ocho años se dicen fácil joven, inquieto y apreciado médico. Tú tienes 32 de edad y cuatro de servicios. Que empiece ahora tu cuenta: cinco, seis, siete…Cuando llegues a quince tal vez, si sigo por aquí, podamos volver a intercambiar opiniones. Cuando llegues a 38, contarás tus experiencias a alguno de tus nietos, pero de tales experiencias, yo ya no sabré nada, absolutamente nada. Lo que sí sé y siento, ahora y desde siempre, es que a mí me fue bien en la feria.

Dr. Ricardo Perera Merino

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